Si tuviéramos que relacionar una
de las numerosas metodologías didácticas que existen en la actualidad con la
escuela tradicional, sin duda, la más acorde a sus características sería la
metodología conductista. Pero previamente a explicar el por qué, sería
interesante explicar cómo surgió esta escuela y quién fue su máximo fundador a
nivel educativo.
Bien es cierto, que el fundador
de la escuela psicológica conductista fue el psicólogo estadounidense J. B.
Watson en 1913, pero será posteriormente Skinner alrededor de los años 50 quien
relacionaría los principios conductistas directamente con la educación en las
aulas. Según su teoría conductista
operante, se podía conseguir aumentar o disminuir una conducta de un alumno
dependiendo del tipo de refuerzo que se le aplique. En el caso de querer aumentar una conducta positiva, se
podía aplicarle un reforzamiento
positivo (tras una respuesta positiva, un premio) o un reforzamiento negativo (tras una respuesta positiva, eliminar al
alumno algo que no le satisfaga como por ejemplo, hacer tareas en casa). De
esta forma, se consigue motivar al alumno a querer repetir esa conducta
positiva que se quería aumentar. En cambio, en el caso de querer disminuir una conducta negativa, por ejemplo, un alumno que ha
tenido un mal comportamiento, podría aplicársele dos tipos de castigo. El castigo por presentación consiste
directamente en realizar una acción punitiva tras la conducta negativa como
pueden ser unos golpes. O el más común, se le puede aplicar castigo por supresión, tras una acción
negativa, se le suprime algo que le puede satisfacer al alumno como prohibirle ir al recreo. De esta forma, se intenta conseguir que el alumno no quiera
volver a repetir esa conducta negativa.
Según este sistema y la
metodología conductista, el aprendizaje únicamente se realiza tras observar el
docente un cambio de conducta en el alumno, y por tanto que esta conducta sea
medible (cuantitativo), como por ejemplo contar las tablas de multiplicar, o
decir las ciudades de España en voz alta. Las técnicas didácticas que emplean
se basan en la repetición y en la verbalización consiguiendo que el alumno
aprenda de forma automática. Estos conceptos han sido muy criticados ya que por
un lado, este sistema no tiene en cuenta las conductas no observables como el
pensamiento interno del alumno y su subjetividad, y por otro lado, el
aprendizaje es poco duradero ya que la repetición no significa asimilación. Por
tanto, se corre el riesgo de que este sistema funcione de forma automática en
el alumno pero que éste, no comprenda el motivo principal de aprendizaje.
Una de las características que
tiene el método conductista que le relaciona directamente con el sistema
tradicional de aprendizaje es el modelo de organización del aula. Según esta
teoría el modelo de comunicación entre profesor y alumno es de forma vertical,
donde el profesor tiene el rol activo, autoritario y es quien tiene el
conocimiento para transmitirlo. Mientras que el alumno es pasivo, su
aprendizaje dependerá de los estímulos que reciba del profesor. No cuestiona y
recibe órdenes sin tener en cuenta su motivación y sus capacidades. Esto puede
tener su aspecto negativo ya que el alumno puede entender el aprendizaje como
un deber y ante ello, puede generar conflictos en el aula ante un cambio de
actitud negativa.
Sí que es cierto, que a pesar de
obviar las capacidades del alumno, el sistema de enseñanza y aprendizaje es
individual, atendiendo a las necesidades de cada alumno en cuanto a conducta a
modificar, de ahí la necesaria instrucción previa y diseño del programa en fases
ascendentes.
Teniendo en cuenta la evolución
que actualmente está generándose en el ámbito educativo, donde se intenta
motivar al docente a emplear metodologías activas, a buscar la interrelación
entre alumnos y profesores consiguiendo un aprendizaje recíproco, el uso de
metodologías colectivas consiguiendo proyectos cooperativos y sobre todo, donde
se intenta que la importancia resida en la construcción del conocimiento
desarrollando la capacidad creativa del alumno, se podría entender que esta
metodología didáctica basada en el conductismo no fuera la más adecuada para el
momento actual a nivel histórico, social y educativo en el que vivimos.
Es cierto que el método se queda
anticuado y sobre todo, porque a mi entender, el aprendizaje que se genera es
superficial, el alumno no llega a comprender los contenidos ni la enseñanza que
se le ofrece, sino que es una respuesta automática, que para animales puede
funcionar, pero en cambio para personas no es suficiente. Las personas tienen
unas capacidades cognitivas y creativas que van más allá y este sistema no sabe
aprovechar al máximo las competencias que pueda tener un alumno. A pesar de
ello y para finalizar, yo creo que es interesante conocer las distintas posibilidades que un
docente tiene y que dependiendo del caso, sea necesario emplear una metodología
u otra, porque a pesar de las críticas que recibe, la metodología conductista
aún sigue empleándose en algunos aspectos y se ha demostrado la validez que puede
tener. Otra cosa es si es la más adecuada para el tipo de educación que
queremos impartir.
Bibliografía:
- Ardila, R. (2013). Los orígenes del conductismo, Watson y el
manifiesto conductista de 1913 en Revista Latinoamericana de
Psicología, 45 (2), 315-319. Recuperado de http://www.
redalyc.org/ [ 8-11-2014 ]
- Picado, F.M. (2001). Didáctica
general. Una perspectiva integradora. Ed. UNED
- Modelo pedagógico conductista. Recuperado de: https://sites.google.com/site/pedagogiaydidacticaesjim/